Originalmente este animalito, que sobrevive silvestre en la selva, era parte de la caza de los ancestrales habitantes del Mundo Maya. Hoy, un proyecto mixto de conservación y reproducción para el consumo humano, ya está dando de qué hablar en la región, pues esto puede significar -con un poco de suerte-, el inicio de un festín sin final.
Es medio día en la comunidad de Señor, un pueblo cercano 20 minutos distantes de la cabecera municipal de Felipe Carrillo Puerto.
La noticia corre entre el pueblo como reguero de pólvora y todos salen corriendo a la casa de don Pablo Yam para ser los primeros en llegar, con la esperanza de llevarse una pierna, un brazuelo, un pedazo de lomo, o cualquier cosa que les toque.
Don Pablo sacrificó un Tepezcuintle.
Pero no todos tendrán la suerte de alcanzar un pedazo del preciado animal. No todos podrán poner en su mesa el delicioso manjar. Es más, no todos, aún habiendo alcanzado un pedazo del animal, lo llevarán a su mesa, porque algunos, ya se lo van comiendo en el camino.
Pero esta escena no es la común en las comunidades de Felipe Carrillo Puerto. Es muy difícil cazar uno de estos escurridizos animalitos.
Porque en Felipe Carrillo Puerto, el Tepezcuintle no se vende en canal. Todo aquel que caza uno de estos ejemplares, que puede pesar hasta 4 kilos, lo sacrifica y lo prepara en casa de una forma en que se convierte en un manjar.
El Tepezcuintle es desaliñado y abierto por mitad, se le extraen las vísceras, le dejan la cabeza y lo sazonan exclusivamente con sal, pues este ancestral preparado no contiene condimentos.
Previo a este preparado, el dueño de la casa ya abrió un hueco en la tierra, mismo que rodeó con piedras. Llena el interior con madera y le prende fuego a ésta.
Cuando la madera ha sido consumida por el fuego, las piedras están muy calientes. En ese momento, el Tepezcuintle, ya preparado, es depositado sobre las rocas, y se va cociendo ahí hasta quedar semi-dorado.
Algunas veces y para evitar que la carne se quede pegada en las piedras, el Tepezcuintle es puesto sobre ramas de plátano, lo que se llama “piib”.
Una hora después desde que el animal fue puesto sobre las rocas, el manjar está listo. Y muchos ya están a la puerta de la casa en espera de que les toque su parte.
Esta carne, que tiene un delicioso y exquisito sabor, parecido a... mmm... entre el pollo, y el venado, pero más fino, es tan preciado, que los humildes habitantes de las comunidades mayas están dispuestos a pagar hasta unos 130 pesos por kilo.
Y muchos aún con dinero, tienen que quedarse muy amenudo con las ganas de comer Tepezcuintle, pues por falta de información privilegiada, por lentitud en sus movimientos o porque “no se pusieron listos”, llegaron demasiado tarde a la casa donde el animal fue sacrificado.
No existe un restaurante en todo Felipe Carrillo Puerto donde se venda el Tepezcuintle. Este animal es de caza silvestre aún y es por ello que los mayas de Quintana Roo, sin importar su status, saben que sólo en las casas de algunas comunidades podrían tener la suerte de encontrarlo alguna vez para disfrutarlo en su versión manjar.
El Tepezcuintle surge entre la selva un poco más de lo habitual en la temporada de calor, cuando encuentra la fruta del zapote, su alimento favorito.
Pero ahora ha surgido un proyecto en la comunidad de Tabi, que podría cambiar las cosas y permitir a los amantes del exquisito Tepezcuintle gozar más seguido de este manjar y extenderlo incluso a nuevos comensales.
Es la granja de Tepezcuintle, localizada 20 kilómetros al poniente de la cabecera municipal de Felipe Carrillo Puerto, yendo sobre la carretera a Mérida, hasta la desviación a Tabbi, a donde se llega, desde la orilla de la carretera, por un camino vecinal de 10 kilómetros.
El pueblo, de unos 350 habitantes, tiene por cierto, una característica. Todos son cristianos y no se permite la ingesta de alcohol.
En ese lugar, la SEMARNAT autorizó e impulsó un programa de conservación del Tepezcuintle, que incluye, la reproducción para el consumo humano.
El proyecto es apenas incipiente, pero parece ser prometedor. En este momento la granja tiene 10 ejemplares en cautiverio, lo que parece poco, pero esta sola noticia haría correr a cientos de mayas con rumbo al lugar, con la esperanza de alcanzar un pedazo de alguno de estos ejemplares.
En la primera etapa del proyecto, para la que se invirtieron 160 mil pesos, la intensión es lograr su reproducción en cautiverio, cosa muy difícil, pues esta especie ha sido siempre silvestre.
En una segunda etapa, hay planes para la comercialización del producto.
La noticia puede pasar desapercibida para la mayoría en Quintana Roo, pero para quien ha probado este platillo, esta no es cualquier noticia.
Quizá usted lo entienda algún día, si llega a tiempo a una casa donde se haya guisado un Tepezcuintle...
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Comentarios
wacala es una rata gigante no lo komeria que asco
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