México sin política de promoción deportiva amateur; 
predomina el afán de lucro, dicen Antorchistas


Ciudad de México.- La deficiente política en materia deportiva amateur queda demostrada con los pobres resultados que obtienen los deportistas mexicanos, así lo plantea en un comunicado, el Movimiento Antorcha Campesina.
Aquí el comunicado:

Los resultados que logra México en las diversas competencias deportivas, evidencia la deficiente política que tiene el país en este rubro. Esa es la opinión del Movimiento Antorchista, en palabras de Homero Aguirre Enríquez, vocero nacional de dicha organización a días de que inicie la XVII Espartaqueada Deportiva en Tecomatlán, Puebla, que reunirá a 15 mil deportistas de todo el país.

Para ejemplificar dijo que en cien años de historia de Juegos Olímpicos los deportistas mexicanos han logrado apenas 13 medallas de oro, cuando otros países superan por mucho los resultados, Cuba es uno de ellos, con 56 medallas áureas, y que incluso en cada competencia se impone en el medallero.
La diferencia entre uno y otro radica en las políticas deportivas que se aplican. Mientras que el país caribeño impulsa entre sus niños la disciplina deportiva,  da seguimiento en escuelas  y ciudades; en México no existe un plan masivo de fomento deportivo, aquí, quien puede pagar practica deporte e incluso se les da seguimiento para que en un futuro sean quienes representen a México en competencias deportivas.

Eso refleja que “en México el deporte es para un aspecto comercial, no en un aspecto formativo y deportivo; es un deporte lucrativo, no hay políticas que promuevan en niños y jóvenes la disciplina deportiva, no hay ninguna política que busque sistemáticamente y acostumbre a la gente a hacer deporte”, señaló.
Por si fuera poco, la infraestructura en cada entidad y municipio es deficiente, no hay instalaciones para hacer deporte, y las que existen apenas cuentan con lo  más elemental para que unos cuantos se interesen en alguna disciplina; aunque se quedarán rezagados al no contar con programas de seguimiento y apoyos.
“Hace falta una estructura nacional y económica, hacer un cambio en la forma en que se gasta el dinero en nuestro país y eso haría que la gente participara más. Si  hubiera más instalaciones deportivas automáticamente se impulsaría a que más personas se interesarán en el deporte”, reiteró Aguirre Enríquez.
En este contexto, la Comisión Deportiva del Movimiento Antorchista realizará la edición número siete  de la Espartaqueada Deportiva en la que, del 01 al 08 de febrero, miles de deportistas de todas las disciplinas se concentrarán en la mixteca poblana para buscar uno de los primeros lugares. Aunque la mayoría coinciden en que lo más importante es competir de manera sana y concientizarse que  a través del deporte también se puede transformar al país.
A esta visión le ha apostado el antorchismo desde hace 17 años obteniendo buenos resultados, pues hoy algunos de los equipos que representan a los estados están conformados por hijos de campesinos, obreros y colonos. Incluso, el gobierno federal ha volteado hacia el deporte para sacar de la violencia a miles de jóvenes. Sin embargo, su visión es limitada –consideró el dirigente social- porque está enfocado a la parte comercial, a los reflectores, a plazos cortos que no tendría resultados. 

Finalmente, dijo que el Movimiento Antorchista tiene un modelo de cómo se debe conducir el deporte, además reiteró que es necesario  desterrar hasta donde se pueda la comercialización, ya que únicamente quieren ganar dinero, quiere hacerse ricos, quiere disfrutar  de muchos millones, pero “a partir del modelo educativo queremos que se valore el deporte como actividad, y como una necesidad del organismo, que da  energía y activa el conocimiento, en eso si hemos avanzado”.
Lo que enseñan las Espartaqueadas Deportivas: Homero Aguirre Enríquez , Vocero Nacional del Movimiento Antorchista
Espartaco, un esclavo que hace más de 20 siglos emprendió, junto con miles de sus hermanos oprimidos, la heroica epopeya de rebelarse contra los dominadores del mundo de aquella época, da el nombre a las Espartaqueadas, quizá el evento deportivo amateur más importante de nuestro país, tanto por el número de atletas como por su calidad, que se llevará a cabo en Tecomatlán, Puebla, del 1º al 8 de febrero de este año.
Este encuentro de más de 10 mil atletas de todo México, provenientes en su inmensa mayoría de las capas más pobres de nuestro territorio, no es organizado con recursos del gobierno o de “fundaciones” que Dios sabe qué persigan y quién las financie, sino por el pueblo organizado en el Movimiento Antorchista, que busca ser en todo lo que emprende, incluido el deporte, audaz, perseverante y arrojado frente a la adversidad, como aquel esclavo tracio que junto a otros miles de héroes anónimos se jugó la vida para iniciar una tarea descomunal pero a la larga decisiva para transformar la sociedad de su tiempo en otra más justa y humana. Así pues, este gran evento deportivo representa en primer lugar un sincero homenaje de los mexicanos pobres a un héroe popular que no ha recibido el honor que se merece en la historia mundial de los marginados por dejar de serlo.

Pero las Espartaqueadas no son sólo eso. Para una organización que se propone, y lo está consiguiendo a pesar de acechanzas que ya duran cuatro décadas, nuclear una fuerza social que a la postre incluya y mueva a millones de mexicanos en torno a la idea de que a nuestra patria se necesita revolucionarla socialmente para convertirla, por voluntad de la mayoría, en otra más equilibrada y justa, donde la renta nacional se distribuya con equidad y desaparezca el horrible rostro de la miseria y el hambre, el trabajo deportivo es una insuperable herramienta formadora del espíritu y la tenacidad de quienes aborden esta formidable tarea, que en nuestros días enfrenta obstáculos tan grandes y adversarios tan inescrupulosos como los que en su tiempo se les opusieron y les costaron la vida a Espartaco y sus seguidores, de lo que se desprende que las Espartaqueadas también son un mecanismo eficaz para inculcar en la mente de todos los participantes y espectadores, de cualquier edad y sexo, la necesidad de practicar deporte regularmente, como una manera segura no sólo de mantenernos sanos de cuerpo, sino como un mecanismo formador de nuestro carácter como individuos y como pueblo, haciéndonos más tenaces, combativos y dispuestos a enfrentar cualquier reto, tanto dentro como fuera de la cancha.

A pesar de los meritorios esfuerzos que a título personal hacen muchos de nuestros atletas, el deporte amateur en México es una zona de desastre y no ha tenido ni tiene para los gobernantes la categoría de actividad social prioritaria. Un vistazo a la historia demostrará que no exagero: en 112 años que lleva nuestro país participando en Juegos Olímpicos hemos obtenido 13 medallas de oro, un número bajísimo si tomamos en cuenta que somos uno de los países más grandes en territorio y con más población del mundo (Cuba, un país con mucho menos territorio y población que el nuestro, pero con una visión absolutamente distinta del deporte y su papel social, y con un pueblo absolutamente mejor alimentado y educado que el mexicano, en una sola Olimpiada obtuvo 14 medallas de oro…).

Esos pobres resultados en las justas internacionales reflejan la anemia estructural de nuestro deporte, la ausencia de políticas y recursos que socialicen la práctica del deporte desde temprana edad y durante toda la vida, para evitar el abandono de este excelente recurso que debiera fortificar la voluntad y del cuerpo de los mexicanos, que nos hemos ubicado ya entre los más gordos y enfermizos del planeta; es un síntoma indudable de la excesiva comercialización de algunos deportes, convertidos en espectáculos y en ferias de vanidades de algunos individuos, que brillan fugazmente antes de que la fama les sorba el seso y pierdan el decoro, el dinero y algunos hasta la vida, más que en encuentros de destreza física y cultivo de la inteligencia generada por la competencia; revelan el olvido casi absoluto de los deportes que no dejan mucho dinero, así como el peso excesivo de la burocracia, que vive del deporte pero no da resultados socialmente aprovechables sino que, en el mejor de los casos, genera “estrellas” y necesariamente vuelve elitista la práctica sistemática del deporte. 

Por lo anterior, la realización de las Espartaqueadas, un evento multitudinario y que se financia por los propios participantes, ninguno de los cuales es ni de lejos un magnate sino gente trabajadora o estudiantes de muy bajos recursos económicos, y que por lo mismo tienen que hacer un enorme sacrificio para poder practicar deporte y más aún para participar en estos encuentros (que para algunos representan varios días de camino), es un destacado ejemplo de que la postración deportiva no se le puede atribuir a la falta de interés o espíritu deportivo del pueblo mexicano; es una denuncia de lo mal que están las cosas en el deporte nacional y en la alimentación de la gente, entre otras cosas que determinan el triunfo deportivo, gracias a quienes han dirigido a México y su deporte, y representa un llamado enérgico a todas las autoridades del país para que hagan urgentemente lo que es su responsabilidad a favor de la salud y la formación física e intelectual de los mexicanos, pues con todos los recursos que posee nuestra patria, muchos de los cuales capta el gobierno en forma de impuestos, el deporte debiera cumplir un papel formidable, como fragua de la inteligencia, el carácter y la tenacidad que necesitamos para mejorar en todos sentidos. Así pues, las Espartaqueadas son también un grito para organizarnos y exigir que se construya un país mejor, de hombres y mujeres sanas, bien alimentadas, educadas, audaces y tenaces. 
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