Maestros de Quintana Roo: Entre el Regreso a Clases y la Lucha en las Calles
El regreso a clases el 28 de abril, anunciado por el Nivel de Educación Primaria, responde a una mezcla de pragmatismo y presión social
Chetumal.- El próximo 28 de abril, las aulas de Quintana Roo volverán a llenarse de estudiantes tras dos meses de paro laboral que han mantenido en vilo a 341,679 alumnos y 16,444 docentes en 1,905 escuelas. Sin embargo, este retorno podría ser solo un respiro temporal en medio de una batalla que no cesa: los maestros, agrupados en el Comité Central de Lucha (CCL), evalúan sumarse al paro nacional convocado por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) a partir del 15 de mayo. La lucha magisterial en el estado no es un capricho, sino el reflejo de un hartazgo acumulado por promesas incumplidas y condiciones laborales que consideran injustas.
El conflicto arrancó el 26 de febrero, cuando los docentes suspendieron clases para exigir la derogación de la reforma a la Ley del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y la eliminación de la Ley de 2007, que fija la jubilación a los 65 años. Este último punto es particularmente sensible, ya que la ahora presidenta Claudia Sheinbaum prometió durante su campaña reducir el tiempo de servicio requerido para el retiro a 28 años para mujeres y 30 para hombres. Dos meses después, los maestros sienten que esas palabras se han diluido en el vacío de la burocracia.
El sábado pasado, una reunión maratónica de más de 12 horas entre el CCL y el gobierno estatal terminó sin acuerdos. La minuta propuesta por las autoridades fue rechazada por insuficiente, y los docentes decidieron mantener el paro mientras analizan el documento en asambleas locales. Este rechazo no es solo una negativa administrativa, sino una declaración de principios: el movimiento magisterial en Quintana Roo se sostiene en la “conciencia crítica” y la voluntad colectiva, según sus propias palabras.
El regreso a clases el 28 de abril, anunciado por el Nivel de Educación Primaria, responde a una mezcla de pragmatismo y presión social. Tras las vacaciones de Semana Santa y el desgaste de mantener un paro prolongado, los maestros buscan reorganizarse internamente sin descuidar a los estudiantes y sus familias. Sin embargo, el gesto no implica rendición. La entrega simbólica de las instalaciones de la Secretaría de Educación de Quintana Roo (SEQ), programada inicialmente para el 16 de abril, se pospuso al 25 de abril a las 10:00 horas. Durante este periodo, los docentes mantendrán “guardias” por zonas para sostener la presión sobre las autoridades.
El horizonte inmediato no es menos tenso. El 1 de mayo, Día Internacional del Trabajo, Quintana Roo será escenario de una “megamanifestación” que promete canalizar el descontento magisterial y visibilizar sus demandas. Además, la posibilidad de unirse al paro nacional de la CNTE a partir del 15 de mayo agrega incertidumbre al panorama educativo. Mientras tanto, el CCL planea intensificar sus campañas informativas y mantener los “plantones” como recordatorio de que su lucha no se detiene.
Un análisis crítico del movimiento
El paro magisterial en Quintana Roo es más que una disputa laboral; es un síntoma de la fractura entre las promesas políticas y su ejecución. La demanda de una jubilación más justa no es nueva, pero cobra fuerza en un contexto donde los docentes enfrentan un sistema educativo sobrecargado, con recursos limitados y una presión constante por cumplir metas académicas. La promesa de Sheinbaum, aunque atractiva en campaña, enfrenta ahora el desafío de traducirse en políticas concretas sin desestabilizar el ya frágil sistema de pensiones del ISSSTE.
El gobierno estatal, por su parte, parece atrapado en una dinámica reactiva. La minuta rechazada el sábado pasado evidencia una falta de propuestas que aborden de fondo las preocupaciones de los maestros. Ofrecer soluciones parciales o dilatar las negociaciones solo profundiza la desconfianza, y el anuncio del regreso a clases podría interpretarse como un intento de descomprimir la presión social más que como un avance real hacia la resolución del conflicto.
Sin embargo, el movimiento magisterial también enfrenta dilemas internos. Mantener un paro prolongado arriesga alienar a una parte de la sociedad, especialmente a los padres de familia que dependen de las escuelas públicas. La decisión de retomar clases el 28 de abril sugiere que los docentes son conscientes de este riesgo y buscan equilibrar su lucha con la responsabilidad hacia sus alumnos. Pero la advertencia de un posible paro nacional en mayo indica que no están dispuestos a ceder en sus demandas estructurales.
¿Hacia dónde va Quintana Roo?
El regreso a las aulas en Quintana Roo no es el fin de la tormenta, sino una pausa estratégica. Los maestros han demostrado una capacidad organizativa notable, pero el éxito de su movimiento dependerá de su habilidad para mantener la unidad interna y ganar el apoyo de la opinión pública. Para el gobierno, tanto estatal como federal, el desafío es claro: cumplir promesas no basta si no vienen acompañadas de diálogo genuino y soluciones viables.
Mientras el 28 de abril marca un nuevo capítulo en las escuelas, las calles de Quintana Roo seguirán siendo el escenario donde se escriba el futuro de esta lucha. La “megamanifestación” del 1 de mayo y la posible adhesión al paro nacional de la CNTE serán pruebas de fuego para un movimiento que, hasta ahora, no ha dado señales de retroceder.